Abordando el clasismo en el movimiento ecologista

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La opresión y la explotación se han incrustado e institucionalizado en nuestras sociedades. El clasismo juega un papel fundamental en todas las opresiones. Definimos el clasismo como el maltrato sistemático de la gran mayoría de la población mundial (pobre y clase trabajadora) por una pequeña minoría de la población mundial (la clase propietaria). Este sistema permite a la clase propietaria acumular una gran riqueza a través del trabajo de la clase obrera y de los recursos extraídos de la tierra. Algunos estudios estiman que el 1% más rico de los adultos posee el 30% de los bienes privados, y que el 10% más rico de los adultos posee el 76%. La mitad de la población adulta que tiene ingresos más bajos posee el 2% de la riqueza mundial. La clase propietaria controla los recursos y toma decisiones que la favorecen financieramente y que perpetúan el capitalismo.

Lo anterior también es cierto para las naciones. Unos pocos países ricos dominan a los países más pobres y acumulan riqueza a expensas de la mayoría de la población mundial. Esto representa el clasismo a nivel internacional. El clasismo, como se manifiesta en el capitalismo, es la causa fundamental de la degradación ambiental: se persiguen las ganancias sin importar el costo para la tierra y sus habitantes. Las industrias extractivas han hecho un gran daño a han utilizado medidas que (1) salvaguarden el bienestar de los trabajadores y los que viven cerca, (2) minimicen la contaminación de los procesos extractivos e industriales, (3) restauren la tierra después de la extracción y (4) cesen las operaciones cuando se revelen consecuencias peligrosas. En cambio, para maximizar las ganancias, las industrias encubren la información sobre prácticas peligrosas y luchan contra los esfuerzos para hacerlas responsables.

El capitalismo también fomenta ciertas suposiciones que han llevado a la destrucción del ambiente. Entre estos se encuentran (1) que el crecimiento económico continuo es esencial, (2) que el capitalismo es el mejor y único sistema posible, y (3) que todos los problemas, incluida la crisis climática, pueden resolverse haciendo que las “soluciones” sean rentables para las corporaciones y la clase propietaria. Estas suposiciones son aceptadas inconscientemente porque están tan profundamente arraigadas en muchas culturas. Por lo tanto, desafiarlos es una parte importante del trabajo que tenemos que hacer.

Los intentos anteriores por naciones o pueblos de organizar un sistema económico distinto al modelo capitalista han sido severamente atacados o corrompidos internamente por el clasismo. Las economías existentes que rechazan el capitalismo están fuertemente desacreditadas y socavadas por la sociedad de clases dominante.

Como resultado, no hay una comprensión amplia de la opresión de clase. Esta ausencia ha dejado a nuestras sociedades vulnerables a ser divididas por el racismo, el antisemitismo, el sexismo y otras opresiones. Las personas son llevadas a culpar a otros por la disfunción general y las inequidades, en lugar de culpar al sistema. A menudo, otros grupos oprimidos (y a veces grupos progresistas) culpan a la clase trabajadora, acusando a los trabajadores (que necesitan sus trabajos) de crear obstáculos en el camino para poner fin al sistema injusto.

Los pueblos indígenas, que intentan vivir fuera del sistema de clases, sufren represalias fuertes y políticas genocidas que despojan su soberanía y socavan sus intentos de vivir de manera sostenible en una sociedad sin clases. Otro efecto del clasismo es la marginación o exclusión de las perspectivas de las comunidades pobres y de clase trabajadora en el movimiento ambiental predominante en las naciones globalmente dominantes. Al mismo tiempo, la clase media y la gente de clase propietaria son excesivamente representadas en el liderazgo. Algunos de los temas históricamente priorizados por el movimiento ambiental (como la conservación de especies y tierras) han servido principalmente a los intereses de clase de los propietarios. Estos problemas pueden percibirse como muy alejados de las vidas de aquellos que luchan por satisfacer necesidades básicas como vivienda, alimentos y atención médica. Este clasismo implícito ha hecho que el movimiento no sea acogedor para aquellos que no tienen acceso al poder, el privilegio o los recursos materiales. Además, las actitudes típicas de la clase propietaria de adueñamiento, arrogancia y superioridad moral hacen difícil que las personas explotadas por el sistema de clases participen en el movimiento.

Sanar de las heridas de la opresión de clase no es un trabajo rápido o fácil. Las divisiones de clase son profundas. Debemos estar abiertos a sanar las heridas que fomentan estas divisiones y nuestra separación unos de otros. Es necesario hacer esto para construir un movimiento unido. Muchos de nosotros nos resistimos al trabajo emocional. Podemos sentir que no hay tiempo. O podemos sentir que solo hemos podido tener éxito en la vida al no mostrarle nuestras heridas a nadie. Podemos sentirnos avergonzados por nuestros sentimientos. Es posible que hayamos sobrevivido adormeciéndonos ante el daño que llevamos y asumiendo que nunca estaremos libres de él. Podemos pensar que sería insoportable mirar y experimentar esos sentimientos de nuevo. Quizás esto se deba a que no hemos tenido oportunidad de contar nuestras historias o no nos han tratado bien cuando hemos intentado contarlas. Podemos liberarnos de cualquier sentimiento de aislamiento, miedo, ignorancia, humillación, victimización, rabia, indignación, impotencia, superioridad, derecho o desprecio que nuestra sociedad instale en cada uno de nosotros, independientemente de nuestro origen de clase.


En Compromiso con Todas las Formas de Vida/ Unidas y Unidos para Eliminar el Racismo hemos aprendido que podemos sanarnos de las heridas que sufrimos por el clasismo y el clasismo internalizado (los mensajes negativos sobre nosotros mismos y el mundo que nos rodea que hemos interiorizado y luego actuado como si fueran precisos). Hacer este trabajo de sanación nos permite pensar en cómo surge el clasismo dentro del movimiento ambiental y la sociedad en general, y cómo se puede abordar y resolver. También profundizamos nuestra comprensión de cómo el capitalismo nos ha dañado a todos. Sanar efectos del clasismo no sustituye tomar medidas para reemplazar el capitalismo, pero es una parte vital del trabajo para poner fin al clasismo y al capitalismo.
Al liberar los sentimientos de angustia conectados a la clase en una red de apoyo, podemos unirnos cada vez más, esperanzados, reflexivos, alegres y comprometidos. Esto nos fortalecerá a medida que construyamos nuestros movimientos.

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