Pasarela subversiva: Mujeres, moda rápida y justicia climática

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¿Qué es la moda rápida?

La moda rápida es la producción de ropa muy barata, a menudo en el Sur Global en países como India, China e Indonesia. La ropa pasa rápidamente de las pasarelas internacionales a las tiendas a nivel mundial, de ahí a las empresas en línea para ser desechada rápidamente. 

La industria de la moda rápida produce 80.000 millones de prendas de vestir cada año, y las mujeres del Norte Global compran el doble de ropa que hace sólo quince años. La ropa se mantiene por una cantidad de tiempo cada vez menor. Las tendencias de la moda son cada vez más cortas, ya que las empresas de moda producen continuamente nuevos diseños y estilos para mantener a la gente consumiendo.

El precio de la ropa ha caído dramáticamente en el Norte Global. En la década de 1950, un vestido confeccionado se vendía en el Reino Unido por unas 4 libras (5 dólares) en dinero corriente. Hoy en día, un consumidor puede comprar un vestido sencillo por alrededor de £10 ($13 USD).

Toda una generación de consumidores del Norte Global espera poder comprar ropa barata, pero los bajos precios sólo son posibles debido a la esclavitud y la explotación que existen en la cadena de suministro de la industria de la moda. El precio de la ropa no refleja el verdadero costo para los agricultores, hilanderos y tejedores, sastres, acabadores, equipos de control de calidad y empacadores. 

Los trabajadores de la industria de la confección reciben un salario bajo y son brutalmente explotados, maltratados y silenciados cuando tratan de hablar de las condiciones de trabajo inseguras. Estamos siendo testigos de una “carrera mundial hacia abajo”, en la que los países en desarrollo compiten entre sí para ofrecer la mano de obra más barata con el fin de atraer marcas a sus fábricas.

El interés por las ganancias financieras alimenta la industria de la moda rápida que tiene un valor estimado de tres billones de dólares. La industria de la moda es también la segunda actividad económica más contaminante del mundo después del petróleo. Produce más emisiones de efecto invernadero que los vuelos internacionales y el transporte marítimo combinados, es una industria de las mayores consumidoras de agua dulce del planeta: produjo 92 millones de toneladas de residuos sólo en 2015. La ropa barata está hecha de materiales baratos que al ser lavados son responsables de aproximadamente el 35 por ciento de todos los microplásticos que se encuentran en el océano.

Las mujeres son el blanco directo de la industria de la moda  

Es probable que las mujeres del Sur Global sean las más “desproporcionadamente afectadas por la crisis climática”, por ejemplo, por ser la mayoría de los refugiados climáticos o ser las cuidadoras primarias cuyos trabajos se vuelven imposibles a medida que los recursos como el agua potable se vuelven cada vez más escasos. Esas mismas mujeres también son vulnerables a la industria de la moda y sus explotadores métodos de empleo. 

Las mujeres constituyen el 80 por ciento de los 75 millones de trabajadores de la confección del mundo. Por lo tanto, cuando los desastres se producen en las fábricas de ropa, las mujeres se ven afectadas de forma desproporcionada. En el desastre de Rana Plaza, en Bangladesh, en mayo de 2013 -el peor fallo estructural de la historia moderna y el desastre más mortífero relacionado con la moda- murieron 1134 personas y 2500 resultaron heridas, la mayoría de ellas mujeres. 

Las consumidoras del Norte Global siempre han sido el mercado clave para la industria de la moda. El sexismo y la objetivación afectan la autoestima y la imagen corporal de las mujeres, dejándolas emocionalmente vulnerables a las presiones de la industria de la moda. Se las hace sentir mal consigo mismas y luego se les venden artículos de ropa para “sentirse mejor”. Muchas mujeres se fijan metas propias para encajar en una talla o prenda de vestir específica; el razonamiento arbitrario de la industria de la moda en torno a la talla se convierte en una cuestión de éxito o fracaso personal. A las mujeres se les pide constantemente que consuman ropa (como diseños “adelgazantes” y “favorecedores”) para que sus cuerpos se vean diferentes, los castigos sociales por no ajustarse a las normas en torno al tamaño hacen que estas “soluciones” resulten muy atractivas. La exclusión histórica de las mujeres de talla grande en la industria de la moda ha creado un mercado de tallas mayores que vende esta exclusión como empoderamiento, de nueva cuenta, a las mujeres grandes.

El ciclo de esperanza, que la próxima novedad “funcionará”, seguido de decepción, hace que la mayoría de las mujeres sean muy vulnerables a la industria de la moda. ¿Qué ropa compraríamos si estuviéramos libres de los efectos del sexismo en nuestras elecciones? ¿Qué nos pondríamos para adornarnos, para estar prácticamente vestidas, para jugar y divertirnos con nuestra apariencia? 

Las mujeres jóvenes son el foco principal  

Todas las mujeres son blanco de la industria de la moda rápida, pero las jóvenes son el foco principal. Los medios sociales de comunicación juegan un papel importante. El auge de la cultura de la influencia y la comercialización ha abierto un nicho para que prosperen las marcas de moda rápida, a menudo vendidas por minoristas en línea. Gracias a la naturaleza constantemente cambiante y visual de los medios sociales, las marcas han desarrollado una relación simbiótica con las celebridades populares y las personas influyentes. A través de plataformas visuales como Instagram, las elecciones de ropa pueden ser escrutadas y usar el mismo conjunto dos veces puede parecer tabú.

Los diseñadores de modas utilizan como modelos a mujeres muy jóvenes, por lo que las jovencitas suelen ver versiones glamorosas de sí mismas en las campañas de alta costura. Las jóvenes son empujadas a verse más glamorosas, “sexy” y a actuar para los medios sociales de comunicación. También existe el reto emocional de comparar los cuerpos reales con las fotos retocadas de las modelos. Los influenciadores intensifican esto, se trata generalmente de jóvenes mujeres con gran cantidad de seguidores, quienes presentan sus vidas y cuerpos usando fotos editadas. 

La moda rápida es un hecho de la vida para muchas mujeres jóvenes. No tienen la información de que la moda no siempre fue rápida o que la situación podría ser diferente.

Podemos unirnos en todas nuestras diferencias 

Como mujeres no somos culpables de nuestra complicidad en el daño causado por la moda rápida. Sin embargo, tenemos la oportunidad y la responsabilidad de notar y curar las profundas heridas que nos impiden ver todo nuestro valor en nuestros propios términos y fuera de las estrechas expectativas de la sociedad. Tenemos una gran oportunidad de unirnos en todas nuestras diferencias para rechazar una industria que daña nuestro planeta y perjudica nuestras perspectivas sobre nosotros mismos. Podemos hacer esto no sólo para detener la emergencia climática, sino también para nuestra liberación de la opresión de las mujeres. 

Estos temas se explican en un reciente vídeo de una pasarela climática subversiva de a:dress, un proyecto activista con sede en el Reino Unido, que utiliza ropa retro personalizada, pasarelas subversivas, cine, poesía y círculos de escucha para explorar los temas de la mujer, la moda rápida y la justicia climática.         a.dress.fashion

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