La emergencia climática afecta a todos. Amenaza nuestro mundo y nuestro futuro. Derrotar el cambio climático que nos rodea sólo puede ser logrado a través de una amplia coalición que cruce todas las líneas divisorias que incluyen: racismo, clasismo, sexismo, antisemitismo, islamofobia, adultismo, la opresión a las personas LGBQT. Los judíos pueden y necesitan ser parte integral de esta coalición.
Los orígenes del pueblo judío están inexorablemente conectados con el mundo natural, incluyendo el compromiso con una relación ética con la tierra, los animales y otros pueblos. Sin embargo, en diferentes territorios y periodos de tiempo en los cuales los judíos han vivido, nosotros hemos sido blanco de genocidio, prohibidos en nuestra propia tierra y exiliados de nuestros países. Como parte del movimiento por la justicia climática, los judíos podemos reclamar nuestra relación con la tierra en cooperación con todos los pueblos del mundo.
Como las personas no judías a lo ancho del mundo, los judíos somos de todas las razas y etnias. judíos somos mizrahi, sefardíes, ashkenazi; somos religiosos y seculares. Los judíos somos blancos, gente de color e indígenas, jóvenes y viejos, de todos los estratos sociales. Los judíos somos personas de una amplia diversidad que ha sobrevivido al genocidio y exilio y cargado con un trauma intergeneracional. Como construimos una unidad, estaremos más capacitados para respaldar y seguir el liderazgo de las comunidades de la primera línea, incluyendo la gente pobre, las personas de color, indígenas y pueblos tribales que integran el movimiento por la justicia climática.
El antisemitismo es un maltrato institucionalizado hacía los judíos y la singularización de la desgracia judía de muchos de los problemas del mundo. Los judíos han sido continuamente el chivo expiatorio para proteger intereses de las clases dominantes. No obstante, el antisemitismo inflige miedo y violencia contra los judíos como contra todas las personas de clase trabajadora: históricamente el antisemitismo ha dividido la clase trabajadora y la ha desviado de una organización efectiva para asegurar el acceso equitativo a los recursos mundiales.
La sincronía del actual florecimiento del antisemitismo no es azaroso. Está ocurriendo cuando las inequidades en el ingreso están por lo alto. Los sindicatos tienen menos poder, el neofacismo está creciendo, los inmigrantes y otros grupos están siendo atacados. En estas crecientes condiciones de desesperación económica y climática, los sentimientos de angustia y traición entre las clases trabajadoras pueden ser conducidas a la búsqueda de chivos expiatorios. Las personas de clases trabajadoras necesitan información sobre cómo opera el antisemitismo a fin de que se le pueda reconocer, hablar en contra de él y prevenir que provoque la división de nuestros movimientos, incluyendo el movimiento para restaurar nuestro ambiente.
En muchos movimientos progresivos, los asuntos entorno a Israel han generado divisiones. La crítica a las políticas del gobierno israelí contra el pueblo palestino no es antisemitismo. Pero la individualización sobre los judíos en las complejas dificultades del Medio Este pueden ser un aspecto del antisemitismo y puede jugar un innecesario rol divisivo en los movimientos globales de liberación. Es importante contar con activistas por el clima que entiendan cómo el antisemitismo opera para que ello no descarrile el movimiento por la justicia climática.
Los judíos podemos y debemos traer consigo nuestra larga historia de progresiva organización al movimiento de justicia climática. El antisemitismo ha dejado en el pasado muchos judíos que permanecen invisivilizados en nuestro activismo. Es crucial ahora que los judíos sean totalmente activos en el trabajo por la justicia climática, visibles como judíos y peleando al lado de otros grupos oprimidos.
Antisemitismo es un término impreciso (pues también existen pueblos semíticos que no son judíos), pero es el que se ha empleado ampliamente para referir la opresión específica hacia el pueblo judío.