¿Qué pensamos sobre la crisis ambiental?
Aplaudimos y apoyamos el excelente trabajo que han hecho muchas organizaciones ambientalistas, las organizaciones indígenas y el movimiento por la justicia ambiental. Sabemos que muchas lo han hecho con muy poco apoyo y sin embargo ha sido en beneficio de todas las personas.
Las emisiones de carbono generadas por la extracción, el procesamiento, el transporte, la quema y el manejo de los desechos de los combustibles fósiles, así como la destrucción de los bosques, pastizales y otros sumideros de carbono, están creando una cubierta en la atmósfera que atrapa el calor alrededor de la Tierra. Nuestra dependencia de los combustibles fósiles y otras prácticas insostenibles están dañando los ecosistemas naturales de los cuales dependen nuestro bienestar y nuestras vidas. Las sociedades de consumo impulsan casi todo esto.
La vasta mayoría de los científicos están de acuerdo en que la contaminación debida al dióxido de carbono (CO2) es la causa del cambio climático global.
¿Qué está pasando en nuestra América Latina?
La contaminación ya está generando diversos y severos cambios en el clima a lo largo y ancho del mundo. Los patrones de precipitación de lluvia están cambiando, las temperaturas están aumentando y algunas áreas están experimentando cambios en la frecuencia y severidad de los fenómenos meteorológicos extremos.
El desplazamiento forzado de personas e incluso la extinción de pueblos originarios, numerosas muertes e importantes pérdidas económicas, son todos resultados de la crisis alimentaria provocada por las sequías, las inundaciones, los incendios de las áreas boscosas, la contaminación de los acuíferos y el aumento del nivel del mar.
El daño causado por la destrucción del medioambiente y el cambio climático tienen un efecto desproporcionado sobre las personas de la clase trabajadora, las comunidades pobres y los indígenas.
En esta organización consideramos que será necesario reemplazar las economías actuales, que se basan en las ganancias y la expansión económica, por economías que satisfagan las necesidades reales de los seres humanos y de las otras formas de vida y sistemas que protejan a los seres vivos y restauren el medioambiente global.
Nuestros pueblos han sido objeto del colonialismo, el genocidio y el imperialismo. También, de las opresiones del racismo, clasismo, sexismo. Todo esto nos limita para lograr lo que nos proponemos. Necesitaremos un movimiento mundial y la unidad de miles de personas para hacer el cambio que se necesita.
Nuestra propuesta
Apoyamos el trabajo de los grupos y las organizaciones que se dedican a alcanzar estas metas. Además, ofrecemos herramientas únicas para apoyar a las personas en su proceso organizativo.
Uno de los efectos de las angustias y las opresiones es que dividen a las personas y nos ponen a unos en contra de otros, cuando en realidad tenemos intereses en común. Por esta razón, no podemos dar una respuesta unificada a la crisis ambiental.
Cualquier persona puede aprender el proceso mediante el cual se intercambia ayuda eficaz para liberarse de los efectos de experiencias angustiantes pasadas y de las opresiones sociales. Hacer esto elimina muchas de las dificultades al trabajar en colectivo y conduce a la construcción de alianzas. Al liberarnos de este daño interior, nos podemos organizar eficazmente y tomar acción decisiva. Al hacerlo, también podemos inspirar a muchas personas que, al escuchar sobre la crisis ambiental, sienten que las ha vencido la negación, la pasividad y el fatalismo.
Estamos seguras de que la crisis ambiental no se puede resolver sin acabar con el genocidio en contra de las personas indígenas, el racismo, el clasismo y el sexismo.
Desafíos que enfrentamos en América Latina
Los grandes desafíos que enfrentamos están relacionados a la gran presión de parte de las grandes compañías transnacionales y nacionales en su afán por adquirir el control de los recursos naturales del continente.
La degradación forestal debido a la tala ilícita provoca la pérdida de biodiversidad, priva a las comunidades locales de sus ingresos y medios de vida, y provoca la desertificación de grandes extensiones de tierra.
El agua es un elemento muy sensible en nuestros países. Se autorizan permisos de instalación de industrias y proyectos hidroeléctricos sin tomar en cuenta —o pasar por alto— el verdadero impacto ambiental ni las necesidades de los habitantes.
La demanda del mercado mundial por minerales, combustibles fósiles y materias primas agrícolas se ha convertido en un problema serio en América Latina. Las empresas se instalan en nuestros países bajo un modelo insostenible, violento y voraz.
Se nos ha impuesto la idea de que el crecimiento económico es el bien supremo por sobre la garantía de los derechos humanos, la autodeterminación de los pueblos y la preservación del medio ambiente.
Las personas que han emprendido la defensa del medioambiente y contra el cambio climático se enfrentan a una serie de retos, tales como la colusión entre autoridades, fuerzas armadas legales e ilegales, grupos de crimen organizado, ejércitos y grupos paramilitares. También se modifican los marcos legales para favorecer a las industrias y criminalizar la protesta pacífica. Los ataques y asesinatos de las personas activistas defensoras del medioambiente son el pan de cada día y son prácticas conocidas. Entre las prácticas conocidas, están las consultas engañosas a los pueblos y la compra de tierras y derechos sobre los recursos naturales.
Nuestro sistema económico impone una estructura de competencia por los recursos entre las naciones y entre las corporaciones. El capitalismo exige crecimiento y ganancias al tiempo que respeta muy poco las formas de vida y la Tierra.
¿Qué papel desempeña la opresión?
La opresión es el maltrato sistemático de un grupo de personas hacia otro o entre personas. Los efectos de la opresión hacen que nos resulte mucho más difícil abordar y acabar con el cambio climático. Cada ser humano es, en algún momento de su vida, objeto de la opresión en la sociedad.
Las personas que son objeto de la opresión pueden llegar a creerse (“interiorizar”) los mensajes de la opresión. Cuando esto nos pasa, puede ser que sintamos que no somos lo suficientemente inteligentes o poderosos como para desafiar la autoridad o asumir liderato en la sociedad.
Muchos de nosotros nos sentimos desalentados cuando nuestros esfuerzos por efectuar cambios no tienen éxito. Mientras nos sentimos desalentados, impotentes y menos inteligentes que otras personas, es muy difícil sentirnos motivados a ser agentes de cambio. Creemos que nos hemos quedado solos y no identificamos nuestros intereses como los mismos de otras personas.
La opresión tiene el efecto de dividirnos, y hacernos competir y sentir desconfianza hacia personas que serían nuestras aliadas naturales. Al sentirnos divididos y separados por la opresión, no somos capaces de ver nuestro interés común en un futuro justo y sustentable. El capitalismo depende de los mecanismos de la opresión para mantener a la gente dividida.
El capitalismo también promueve ciertos supuestos que han llevado a la destrucción del medioambiente. Entre estos están: (1) que el crecimiento económico es esencial, (2) que el capitalismo es el mejor y único sistema posible y (3) que todos los problemas, incluida la crisis medioambiental, se pueden resolver creando “soluciones” lucrativas que rindan ganancias para las corporaciones y para las clases gobernantes.
¿Cómo desmantelar lo que nos inmoviliza, desanima y divide?
Para muchos, enfrentar lo que nos está pasando y le está pasando al medioambiente nos da tanto miedo y es tan abrumador que nos insensibilizamos al problema. Dejamos de prestar atención a los hechos y a los problemas ambientales, y dirigimos la mente hacia otros asuntos.
Es posible enfrentar toda la realidad de nuestra situación y recuperar nuestro vínculo con todas las formas de vida. Cada persona necesita escuchar de otra sus sentimientos de tristeza, miedo y rabia. Estos sentimientos, si no se desahogan, nos impiden enfrentar y comprometernos para resolver estos asuntos.
Es importante reconocer que las mujeres desempeñan papeles de liderazgo en muchos movimientos ambientalistas. Sin embargo, el racismo y el sexismo y la constante falta de respeto hacia su pensamiento no han sido erradicados y constituye un obstáculo para el progreso de los movimientos.
Además, para avanzar es importante conocer y apoyar el trabajo que realizan los movimientos indígenas y de justicia medioambiental, hacer alianza con otras personas que trabajan en el tema, y abordar y sanar el daño individual causado por la interiorización del racismo, el clasismo y otras opresiones.
¿Cómo podemos recuperarnos de los efectos de la opresión?
Muchas de nuestras heridas emocionales acumuladas son el resultado de la opresión (el racismo, el clasismo y el sexismo son algunos ejemplos de la opresión).
Como resultado de la opresión, se justifica que a algunas personas y grupos se les nieguen recursos de modo sistemático, y se ejerza violencia hacia ellas. Se les trata como personas inferiores, menos inteligentes, menos capaces, y como que se les debe controlar y dirigir por los grupos dominantes.
Otra manifestación del daño generado por la opresión es que los mensajes opresivos son absorbidos de modo inconsciente por la gente oprimida como si fuera una imagen auténtica de sí misma. La consecuencia puede ser que nos creamos la desinformación generada sobre nosotros mismos y las demás personas de nuestro grupo. También, que nos tratemos a nosotros mismos y a otras personas de nuestro grupo, de una manera similar a como enseñan los mensajes dictados por la opresión. Nosotros le llamamos “opresión interiorizada”.
Si una persona tiene la oportunidad de ser escuchada sobre estos sentimientos, puede recuperar un sentido propio de poder y esperanza. Además, cada persona necesita que se le escuche sobre el dolor específico que siente por el daño causado a nuestro planeta y a sus formas de vida. Necesita sentir la pena por los estragos que el cambio climático y el deterioro medioambiental han causado sobre pueblos y personas por todo el planeta, y por las numerosas especies que ya hemos perdido o que están en peligro de extinción.